miércoles, 23 de noviembre de 2011

SACRIFICIOS HUMANOS

El sacrificio humano en el mundo prehispánico fue una práctica religiosa que se realizaba en el contexto de ciertos cultos de los pueblos indígenas de América.

Sacrificios humanos mostrados en el Códice Magliabechiano.Está documentado tanto por los códices como la iconografía precolombina en general. Aunque los casos más conocidos son los correspondientes al área mesoamericana, su existencia está probada también en el incario y otras partes del continente. La práctica del sacrificio humano en las religiones indígenas fue una cuestión condenada por los europeos a su llegada a América en el siglo XVI. La corriente mayoritaria y más aceptada en la historiografía y la arqueología de América no niega la existencia de estas prácticas. Aunque hay quienes sugieren que esta práctica es una leyenda de origen etnocéntrico europeo.Lo cierto es que hay abundante evidencia arqueológica e histórica que da cuenta de ella.Un punto de acuerdo entre ambas posturas es que el sacrificio humano debe ser entendido en su contexto histórico y cultural, y no de modo sensacionalista, especialmente por el hecho de que sacrificios humanos hubo en otras partes del mundo, no sólo entre los pueblos indígenas precolombinos.

Los sacrificios humanos han sido practicados en muchas culturas, especialmente en el Mundo Antiguo. Se mataba a las víctimas ritualmente de una forma que pretendía apaciguar a los dioses. Los sacrificios fueron practicados en las religiones celtas de la edad de bronce y en los rituales relacionados con la adoración de los dioses en Escandinavia. Roma realizó sacrificios humanos hasta 97 a. C. Para los habitantes de la antigua Cartago, el sacrificio de infantes era también una manera de aplacar a sus dioses. Los primeros hebreos también practicaron el sacrificio. La historia de Abraham y su hijo Isaac sugiere una ruptura con la práctica. Excavaciones en el palacio de Cnosos muestran que también los primeros griegos sacrificaban. En la India contemporánea, el ritual llamado sati (ritual), en que la viuda de un difunto tiene que arrojarse a la pira funeraria, aún ocurre ocasionalmente, especialmente en las áreas rurales.

En Mesoamérica:

Los historiadores conocen mejor el Posclásico del altiplano que de otras regiones. La práctica de exponer los cráneos de los sacrificados ya se observa en Huamelulpan (Oaxaca) a principios de nuestra era; y en sitios de períodos posteriores como Copán, Honduras y Uxmal. Estos tzompantli alcanzaron grandes proporciones, mayores incluso que las de los posteriores tzompantli de la gran capital azteca Tenochtitlan.
 
Sacrificios olmecas
 
Los olmecas fueron la primera gran civilización mesoamericana. Aunque no existe evidencia irrefutable de sacrificio de infantes en esta cultura, se han encontrado esqueletos completos de recién nacidos, así como fémures desmembrados y calaveras, en un sitio olmeca en el estado de Veracruz llamado El Manatí. Estos huesos han sido asociados con ofrendas sacrificiales, particularmente, unos bustos de madera. Aún no se sabe cómo murieron los infantes.


El Señor de Las Limas

Algunos investigadores también han asociado el sacrificio de infantes con el ritual olmeca que muestra a bebés laxos o flácidos, siendo el más famoso la enorme piedra labrada que se encuentra en el Altar 5 de La Venta, o la figura del monumento de Las Lima. Respuestas definitivas sobre este asunto tendrán que esperar a ulteriores investigaciones.

 
Sacrificios mayas

sacrificio de prisioneros recreaba el mito cósmico y fue clave en la ideología de los señoríos mayas. Michael Coe explica el gran cambio producido por los nuevos estudios de la civilización maya, a partir de que descifraron los jeroglíficos:

Ahora es sorprendentemente claro que los mayas de la época clásica, y sus antecesores del Preclásico, eran gobernados por dinastías hereditarias de guerreros, para quienes el autosacrificio y el derramamiento de la sangre, y el sacrificio de la decapitación humana eran obsesiones suprema.
La extracción del corazón aparece en algunos cuantos casos del arte maya. Los sacrificados casi siempre parecen niños. La extracción de corazones de niños se ve en la cerámica pintada. Otro caso conocido es la Estela 11 de Piedras Negras en Guatemala, en que se ve la cavidad pectoral de un niño sacrificado.

En el sacrificio de adultos, existe una imagen pintada sobre una vasija en que se ve el sacrificio ritual de un prisionero atado a un cadalso y un grotesco personaje que le saca las entrañas con una lanza, mientras los músicos tocan tambores y trompetas —«una de las escenas más terribles del arte maya». En los muros de Bonampak también hay terribles imágenes de tortura ritual.
Otra forma de sacrificio era arrojar a la víctima al interior de un cenote.


Sacrificios toltecas
Tzompantli asociado al Templo Mayor, Códice Ramírez.En 2007 los arqueólogos anunciaron que habían analizado los restos de dos docenas de niños, de cinco a quince años, encontrados enterrados con figurillas de Tláloc. Los niños, encontrados cerca de las viejas ruinas de Tula, la capital tolteca, habían sido decapitados. Los restos fueron fechados de 950 a 1150 EC.
«¿Cómo explicar que existan 24 cuerpos reunidos en un mismo espacio? Pues la única forma es pensar que hubo un sacrificio humano», afirmó el arqueólogo Luis Gamboa, responsable del rescate de los restos en Tula.


Sacrificios totonacas

Los totonacas en ocasiones sacrificaban niños para extraerles la sangre, la cual era mezclada con semillas para hacer una pasta la cual era comida entre los adultos.La Isla de Sacrificios, actualmente en el estado de Veracruz y descubierta por el español Juan de Grijalva, recibió ese nombre debido a que en ella se hallaron cuerpos sacrificados de indígenas durante una ceremonia de ofrenda a sus dioses.

Sacrificios aztecas (mexicas)

En Xochimilco, al sur de la Ciudad de México se encontraron los restos de un niño de tres a cuatro años cuyos huesos presentaban una coloración naranja o amarilla traslúcida; texturas tersas o vítreas, y compactación del tejido esponjoso, además de estrellamiento del cráneo. Dado que después de sacrificarlos los mexicas solían hervir algunas de las cabezas, los arqueólogos concluyeron que el cráneo fue hervido y que se estrelló debido a la ebullición de la masa encefálica. Fotografías del cráneo han sido publicadas en revistas especializadas.
En Tuly, los toltecas asociaban la práctica de sacrificios humanos a la veneración de Tezcatlipoca. En la mitología mexica, a partir de las reformas de Tlacaélel el sacrificio era el recurso humano para salvar al universo de su destrucción, asegurando la supervivencia del sol, y con ello la vida misma. Un ciclo de 18,980 días se repetía cada 52 años, al término del cual el «Quinto Sol» (Nahui Ollin) corría el riesgo de extinguirse para siempre, y la tierra de ser dominada por seres de la noche. Un enemigo debía entonces ser sacrificado en el monte Huixachtépetl para hacer brotar el fuego nuevo, después de lo cual sangre y corazones humanos debían, periódicamente, nutrir al dios en los siguientes 52 años. La práctica servía también a una estrategia de dominación: garantizar los privilegios de las clases dominantes.

Resulta significativo que las víctimas fueran investidas de un profundo significado cosmológico. Según los psicohistoriadores el sacrificio era una forma inconsciente de vengar los métodos brutales de puericultura en la América precolombina (a la vindicación sobre chivos expiatorios los psicólogos denominan desplazamiento).
Las ceremonias ligadas a la Guerra Florida o Xochiyáoyotl también fueron formas sacrificiales. Los prisioneros capturados podían ser guerreros enemigos de poblaciones aledañas a Tenochtitlan.

Los sacrificados a Xipe Tótec eran desollados después de muertos. Su piel era utilizada por los sacerdotes que, poniéndosela encima, personificaban al dios.

Códice Tudela.Bernardino de Sahagún, autor de documentos valiosos para la reconstrucción de la historia del México antiguo, cuenta que los sacrificadores se extraían sangre a ellos mismos durante los cinco días anteriores al rito. En la víspera se organizaba la solemne «danza de los cautivos», donde la víctima era forzada a bailar. Las personas condenadas a morir y sus sacrificadores pasaban la noche en vela juntos. Éstos cortaban a aquéllos una mecha de cabellos para conservarlos como trofeo y objeto mágico portador del «tleyotl» (fuego interior de la víctima). Al amanecer, el sacrificador llevaba a la víctima al templo. Antes de subir, se le retiraba parte de la vestimenta para descubrirle el pecho y, acto seguido, los sacerdotes la subían a la pirámide trunca, donde se le atrapaba de las extremidades y se le extirpaba el corazón.

Anualmente se acostumbraba realizar el sacrificio de un músico, por lo que se debía elegir a un prisionero joven para educarlo en las artes musicales, principalmente en tocar una especie de flauta cerámica. Era cuidadosamente alimentado y ricamente vestido como si se tratara de la divinidad Tezcatlipoca. Un mes antes del sacrificio era casado con cuatro doncellas las cuales lo acompañaban hasta el día de su inmolación cuando era llevado por una barca por el lago hasta llegar a una isla donde había un cu, donde éstas lo abandonaban. El músico se dirigía al templo y subía cada peldaño (rompiendo las flautas que había tocado durante su consagración) y al llegar a la parte superior era tomado por sus victimarios que lo sujetaban de sus extremidades y uno de ellos, que era el sacerdote, le abría el pecho con un cuchillo de sílice, le arrancaba el corazón y lo decapitaba. Su sangre era recogida cuauhxicalli, su cabeza clavada en un tzompantli, su corazón era quemado como ofrenda a los dioses y el resto de su cuerpo era despeñado por la escalinata del templo.
Además de la extracción del corazón, había otras formas de sacrificio que se aplicaban en rigurosa conformidad al calendario azteca: decapitación, despeñamiento desde un templo, flechamiento, encerramiento en cuevas, ahogamiento, asamiento y «rayamiento» (lucha ritual).


CanibalismoArtículo principal: Canibalismo entre los mexicas

El sacrificio y el canibalismo inició en Mesoamérica hace 2,500 años o tal vez antes. El Conquistador Anónimo nos dice que a los prisioneros de guerra a quienes los mexicas no canibalizarían los esclavizaban.

Bernal Díaz del Castillo dice que el tlatoani mismo compartía el canibalismo de su época. "Oí decir que le solían guisar carnes de muchachos de poca edad" para Moctezuma, y en esa misma página se lee que "nuestro capitán le reprendía el sacrificio y comer carne humana, que desde entonces mandó que no le guisasen tal manjar".

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